A nivel mundial, el 33% de los años vividos con discapacidad se deben a trastornos neuropsiquiátricos y se estima que la carga de los trastornos mentales aumentará de manera significativa en los próximos 20 años. Una de las consecuencias más preocupantes es el suicidio, el cual es responsable de cerca de un millón de muertes al año, con costos socioeconómicos importantes y consecuencias devastadoras.
En México para el año 1980 se cometieron 672 suicidios, en 1990 se presentaron 1405, en 2002 un total de 3160 y en 2004 hubo un total de 3324 casos. Así, en 20 años, la frecuencia de suicidio aumentó 459% sin relación con el aumento general de la población. En el estado de Durango, durante 2004 se registraron 102 casos y para 2009 esta cifra se incrementó a 129. Esta tendencia continúa a la alza pues tan solo en lo que va del año 2015, ya se tiene registro de un total 44 casos.
Estudios recientes sugieren que la reducción del colesterol disminuye las muertes por causas cardiovasculares, pero incrementa la mortalidad por causas violentas como el suicidio. A este respecto, el colesterol juega un importante papel como constituyente de las membranas celulares y es el principal precursor de neuroesteroides cerebrales. Por esta razón, el cerebro es el órgano que más se afecta cuando los niveles de colesterol son insuficientes de modo mantenido.
Se ha sugerido que sus concentraciones cerebrales desempeñan un papel fundamental sobre el receptor transmembrana de serotonina (5HT) tipo 1A; e incluso se ha propuesto que la medición de este marcador podría tener un importante valor predictor en el desarrollo de suicidio; sin embargo, son pocos los estudios realizados al respecto y ninguno de ellos se ha desarrollado en población mexicana, por lo que el tema continua en controversia.
Aunado a lo anterior, diversos autores han reportado patrones diferenciales en la expresión de los subtipos del receptor 5-HT en sujetos suicidas vs controles. A este respecto, mientras en algunas regiones del cerebro se describe reducción en su expresión, con afectación secundaria en la afinidad de unión a su ligando, en otras zonas se observa una sobreexpresión de estos mismos receptores, situación que genera desconcierto y evidencia la necesidad de continuar estudiando las implicaciones fisiopatogénicas de estos patrones de expresión.
Por otro lado, diversos reportes sugieren una estrecha relación entre la desregulación de las rutas catecolaminergicas con el desarrollo del suicidio. Al respecto, existe un creciente interés en la participación de la enzima Catecol-O-Metil Transferasa (COMT), cuya función es catalizar la degradación de neurotransmisores como dopamina y noradrenalina. COMT es codificada por un gen de 27 Kb localizado en el cromosoma 22, posición 22q11.1-q11.2. Diversas variantes de este gen han sido asociadas al desarrollo de conducta suicida. Tal es el caso del polimorfismo Val158Met, el cual consiste en el cambio G-A en el codón 158 del exón 4 del gen COMT, resultando en la sustitución de valina por metionina. Otros estudios sugieren también la participación de las variantes génicas rs6267, rs737865, rs5844402, rs5993883, rs4633, rs165599 y rs9332377 del gen COMT como potenciales marcadores genéticos asociados al desarrollo de conducta suicida. Sin embargo, otros estudios no han logrado confirmar esta asociación.
Se caracterizarán marcadores genéticos y bioquímicos en muestras de tejido cerebral de pacientes suicidas. Esto mediante la determinación de los niveles de colesterol en tejido cerebral y en plasma de sujetos suicidas y sujetos control, así como los niveles de serotonina. se analizará la presencia de los polimorfismos rs6267, rs737865, rs5844402, rs5993883, rs4633, rs165599, rs9332377 y rs4680 del gen comt, así como los niveles de expresión de este gen y de los subtipos del receptor de serotonina 5-ht1a, 5-ht2a 5-ht1b y 5-ht2c . Se establecerá la relación entre los polimorfismos descritos y los niveles de expresión del gen comt.
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